martes, 6 de marzo de 2012

El beso de la Iglesia...


María está cansada..., muy cansada. Lleva años luchando contra la droga en el seno de su propia familia: ha perdido a un hijo, otro no sabe ni siquiera donde está, el pequeño en la cárcel y su marido, apaga la crisis eterna que impera en su casa a los sones del alcohol, única banda que pasa cerca de su hogar.

Ella no entiende de grandes museos cofradieros, ni de restauraciones de pasos, tampoco sabe nada de ningún economato social ni de ayudas familiares, por no saber, no sabe ni siquiera dónde está su carnet de identidad.

Ella sólo conoce el camino a la parroquia de San Antonio, donde el Cautivo le recuerda los años en que su hijo estuvo preso, recuerdo que conserva en esa estampita del Cristo que gubiara Méndez Lastrucci que fue su único compañero en prisión.

Ella no sabe de Madrugá, ni sabe de tesoros, ni siquiera reconoce el nombre de un tal Asenjo, dicen que es "arzobispo de Sevilla" pero ella se pregunta... ¿de qué Sevilla?

No, ella no conoce a la Esperanza de San Gil y su único Gran Poder, es intentar llegar al mes siguiente con algo para llevar a la boca a sus nietos, porque sus nietos viven con ella, al igual que la pobreza.

El Cautivo iba a visitar su casa en la Plaza del Platanero, una visita breve pero de tú a tú, sin andas procesionales, sin romanos, Sion Pilato, sin bandas, sólo rezos y un Vía Crucis que, aunque no entiende por qué, no se ha autorizado.

Los renglones torcidos de Dios siempre recalan en los mismos, siempre el golpe de regla en la misma mano, siempre el castigo es para los mismos "condenados". Le da igual lo que digan, ella sabe bien que Dios no está en el entorno de la Plaza Virgen de los Reyes, tampoco en San Lorenzo ni en San Gil.

Dios no recorre el metrocentro, ni ocupa el carril bici, su Hijo tampoco mora en el entorno del Salvador... Al final va a tener razón el mismo que acabó con Santa Catalina y que llamó "trozo de madera" al Señor Moreno...

Dios vive en Torreblanca, en el convento castigado de las Hermanas de la Cruz, en el Abandono de los Ministerios, en la Humildad y Paciencia de los abuelos, en el desprecio de los gobernantes y en el beso que, en esta ocasión, no vino de los labios de Judas...

FRANCISCO SANTIAGO

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